Empezamos esta segunda Semana de la Musa, con este canto griego. La primera parte está compuesta por: presentación, resignación y encuentro. Escrito a mi humilde estilo de canto griego. Espero les guste.
CANTO A LICOTHEYA
A los pies del monte Helicón, en busca de la fuente de
Aganipe,
se perdía entre
tortuosos pensamientos el poeta Ciryl.
Repudiado por la
pasional Erato
y desprovisto de la
capacidad de crear mientras el sol brillara,
se perdía entre
tortuosos pensamientos
en busca del perdón
de las Mnemónides.
Lictea, la loba divina, moradora de los campos protegidos
por los dioses,
era compañera de asaetadora Artemís,
cuando ella, en su
carro de oro y estrellas,
recogía la luna llena
para dejarnos la oscura nueva.
Así descansaba Selene,
la que escucha los llantos,
por cada constelación
que la adoraba.
Y así, mientras Selene dormía,
Lictea era libre de sus tareas para con la diosa de certeras
flechas.
El poeta Ciryl, de corazón muerto y de pie izquierdo
orgulloso,
aprendía la paz de la
resignación al tiempo que vislumbraba el final.
<< ¿Tanto os he ofendido? ¿Tanto odiáis mis manos que
ahora no pueden crear
nada que contenga la belleza de Febo Apolo?>>.
Y llamó a la elocuente
Calíope, a la sabia Clío,
a la pasional Erato,
a la alegre Euterpe,
a la cruel Melpómene,
a la solemne Polimnia,
a la divertida Talía,
a la embaucadora Terpsícore y la calculadora Urania.
Pero ninguna acudió a
las palabras del poeta condenado a la oscuridad.
Pero fue voluntad de las Moiras que Lictea, la loba divina,
la que se encontrara
con el poeta en la espesura del monte Helicón.
Y ella mostró sus ojos de color sangre escarlata que brillaban
como dos rubís,
y danzó a paso lento
tensando su pelaje gris como la plata,
y se fijó en aquel
mortal que impasible y curioso,
la miraba fijamente
sin miedo a ser devorado.
<< He aquí mi muerte entonces,
de La Melodiosa enviada para escribir mi
tragedia
en forma de una hermosa
loba de ojos carmesí.
¡Ea, pues envíame a
recibir el castigo eterno del implacable Hades!
Pues seguramente no
tendrá piedad alguna cuando
con mis cantos
intente seducir a la bella Perséfone,
diosa de la oscuridad
donde estoy condenado>>.
<< ¿Por qué querría yo darle su final a un mortal
si de hambre o ira
aún no padezco? >>.
<< Mi querida Licotheya, porque es así como me lo ha
mostrado Aisa,
divinidad de lo
inevitable.
¡Y bien sabe Zeus padre! Que ahora me siento afortunado,
pues eres una
criatura más hermosa
que lo mostrado en
mis borrosas visiones >>.
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